miércoles, 2 de enero de 2008

En la ciudad de Sylvia, lo mejor de 2007



Una vez pasado 2007 y ver lo que ha habido, se puede confirmar con rotundidad que En la ciudad de Sylvia ha sido la mejor película del pasado año seguida muy de cerca por El romance de Astrea y Celadon de Eric Rohmer.

Guión y realización: José Luis Guerin
España, 2007


Un chico en una ciudad mira a una chica. Después, mira a otra, y a otra… Esto es lo que se encuentra el espectador que se interese por la ‘trama’ del quinto largometraje de José Luis Guerin. Y efectivamente, es así, sin embargo la película da para mucho más.

El director nos propone un trabajo nada sencillo para el público que resulta arduo y a la vez atractivo, en el cual aparece un chico joven que no sabemos absolutamente nada de él, ni de su pasado, ni de su futuro; ¿qué es?, ¿es un turista, un poeta, un seductor, un cineasta, un pintor, un novelista?, todo lo que sabemos de él es lo que ve. La historia acontece en una ciudad medieval, peatonal y atemporal, donde vemos cruzar tranvías, bicicletas y peatones. Al igual que Murnau, Buñuel o Robert Bresson rodaron con tranvías, también a Guerin le han dado mucho juego, con metáforas de cruces, encuentros y destinos.

Guerin nos lleva por un camino de rostros, miradas y reflejos imposibles (los de los tranvías, o el claro homenaje a Manet y su camarera) por una ciudad sin nombre, la de Sylvia, siguiendo axiomas Bressonianos: “Una sola mirada desencadena una pasión, un asesinato, una guerra”, “-Parloteo visible- de los cuerpos, de los objetos, de las casas, de las calles, de los árboles, de los campos”. Asimismo la película está dividida en tres noches, lo que puede hacer recordar a la “noches del soñador” de Bresson emparentándolo con nuestro romántico voyeur.

De lo más destacable de la película es el extraordinario trabajo de sonido que hay. Yo, salí de la película escuchando mejor, percibiendo todos los detalles que se nos suelen escapar en el día a día. Porque el oído al igual que la mirada, también lo tenemos contaminado. La mirada la contaminamos a diario con tanta televisión y publicidad y al oído le ocurre algo similar.

La variedad de elementos sonoros que se nos muestra en la película, no son nada raros, pero aún así, no estamos acostumbrados a que nos lo muestren en un film: conversaciones de la gente, paso de los tranvías, las pisadas de los peatones o el caerse una botella de cristal y escucharla rodar calle abajo hasta salirse fuera de campo. Por eso, viendo la película, me vino a la mente los portentosos trabajos de sonido que realizó Jacques Tati, que aun pareciendo tan diferentes, guardan semejanzas.

Me pregunto si realmente el personaje conoció alguna vez a Sylvia, o es solamente un recuerdo o un sueño que este (o el director) tiene en su cabeza.

Extractos de la película:





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